En sus viajes y talleres experimentales, Víctor Romo se interesa por la escultura antigua y el arte moderno y por estudiar obras que serán importantes en la formación de su gusto. Destaca con formas que lleva la impronta de una búsqueda inquieta, rebelde y ecléctica orientada a resumir tradiciones remotas y tendencias de vanguardia.

Sus figuras ecomorfas traducen una novedad de gusto, muy a la Víctor Romo, que supera tanto la aportación de influencias clásicas, como el dato naturalista, para expresar la vida autónoma e independiente de formas construidas con audaz solidez, líneas fluidas y planos irregulares y rítmicos.

Sus figuras humanas tanto desnudos femeninos como busto y cráneos destacan por igual delicados e imponentes como descarnado y esenciales.